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El Papa Francisco celebra la Resurrección en la Plaza de San Pedro

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El Papa Francisco dirigió la celebración de la misa de Pascua en el atrio de la basílica vaticana, rodeado de cardenales, obispos y sacerdotes, mientras una multitud de fieles romanos y peregrinos de todo el mundo llenaba la Plaza de San Pedro desde temprano.

Durante la liturgia, que se inició con el rito del Resurrexit, el Papa recitó oraciones en latín después del canto del Gloria, y sus palabras resonaron nuevamente en un mensaje compartido en la cuenta oficial de Twitter del Santo Padre, @pontifex: “Levantemos nuestra mirada a Jesús”. En su mensaje, el pontífice enfatizó que “si nos dejamos guiar por Jesús, ninguna experiencia de fracaso y dolor, por más dolorosa que sea, puede definir el sentido y el destino de nuestras vidas”.

La liturgia de la Palabra se centró en pasajes bíblicos que tratan sobre la Resurrección, como el capítulo 10 de los Hechos de los Apóstoles y el Evangelio de Juan.

Momento de oración La asamblea se sumió en el silencio para la reflexión personal, y las intenciones de la oración universal se expresaron en diferentes idiomas, incluyendo peticiones por los nuevos bautizados, la paz mundial, los cristianos perseguidos y todas las familias.

Un momento especialmente conmovedor fue la procesión del ofertorio, en la que participaron algunos niños. Antes de la liturgia eucarística, el Papa se dirigió al Padre que “ha eliminado la levadura antigua para hacer una nueva masa”, mientras el cardenal Giovanni Battista Re presidía la consagración en el altar.

Recorrido en el Papamóvil Al concluir la misa, el Papa Francisco realizó un extenso recorrido en el papamóvil por los distintos sectores de la plaza para saludar y bendecir a los peregrinos y turistas. En este día de Pascua de Resurrección, se reafirma “la alegría de vivir, sin olvidar las heridas y los ultrajes que afligen al mundo”.

Como expresó el pontífice, la muerte no tiene la última palabra, y esta plaza se convierte en un santuario viviente, un receptáculo para las lágrimas del mundo depositadas a los pies de Jesús resucitado.

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