SAN NICOLÁS

RÍO PARANÁ: Sigue la bajada y podría tener consecuencias

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En una entrevista con un medio gráfico de esta ciudad con Jorge Liotta (Biólogo y referente del Museo de Ciencias Naturales “P. Antonio Scasso) se consultó sobre la bajante del río Paraná, los factores que incidieron y las posibles consecuencias si la situación se mantiene por varios meses. La perspectiva es común en la región, en los arroyos Del Medio y Ramallo.

Al respecto evaluó: “Hay que remontarse muchas décadas atrás para encontrar otra situación parecida. Se debe fundamentalmente a la escasez de lluvias en toda la cuenca del Paraná y la cuenca del Plata. La bajante se está dando simultáneamente en todos los grandes ríos, lo que es otra cosa que hacía mucho que no pasaba también. Es decir, hay una bajante muy importante en el río Paraná, y en las cabeceras del río Paraná, desde Brasil para acá hasta la desembocadura. También hay una bajante importante en lo que es el río Paraguay, desde el gran humedal del Pantanal hasta su desembocadura en el Paraná. Asimismo hay una gran bajante en la cuenca del Uruguay que termina desembocando en el río del Plata junto con el Paraná. Debería haber llovido en los meses de verano en la alta cuenca del Paraná”, explicó y agregó: “Brasil está tan complicado como nosotros con el tema del agua, las represas están trabajando lo mínimo y no acumulan nada de agua. Sí tuvo influencia cuando días pasados abrieron una de las represas desde el bajo Iguazú, que aumentó mínimamente el caudal pero no alcanza a revertir la condición de bajante extraordinaria sino que se hizo como un recurso para lograr que las tomas de agua de las ciudades misioneras sobre el Paraná recuperen un poco operatividad”.

¿Cuál es la situación hoy?
El biólogo recordó: “No es la primera vez en la historia que pasa algo así”. “Hasta 1970 el río tenía un nivel de base bastante más bajo. Cuando uno mira los registros hidrométricos -que los hay desde 1905- se encuentra con que había mucha cantidad de registros que estaban incluso por debajo de cero en San Nicolás o hasta menos un metro inclusive. Eso no significa que el río estaba seco por completo sino que estaba por debajo del cero del hidrómetro que está en una posición tal que resulta fácil de leer por parte de los encargados de hacerlo. Tiene precedentes pero hay que buscarlos del `70 para atrás. De ahí para adelante hubo un período mucho más húmedo, de niveles hidrométricos mucho más elevados en promedio. Tenemos 50 años para atrás para encontrar un nivel de bajante similar al de ahora”.

¿Cuáles son las consecuencias?
“Trae muy diversas consecuencias. Desde el punto de vista de la navegación está complicado. En abril se está moviendo mucho la navegación de ultramar que está sacando la cosecha gruesa de la Argentina hacia destinos del mundo. También están complicadas las navegaciones en el Alto Paraná y Paraguay. Desde el punto de vista del agua potable para las ciudades es un problema dado que en muchos lugares no hay posibilidad de tomar el agua de los ríos para abastecer las plantas potabilizadoras o los sistemas de circulación de agua potable. Las tomas de las plantas quedan desconectadas del agua, queda muy seco y no pueden abastecerse. Consecuencias desde el punto de vista sanitario: no sabemos qué está pasando con un montón de sustancias que las ciudades están liberando a los ríos, efluentes cloacales o pluviales contaminados, con mucho menos caudal. No significa eso que de golpe se va a contaminar el río Paraná, pero implica un grado de concentración un poco mayor de lo habitual. Desde lo ambiental, el sistema está adaptado a las bajantes y a las crecientes y les permiten su supervivencia. Es como el latido del corazón de ese humedal, que si no estuviera estaría muerto. En este momento estamos en un extremo del ciclo, pero el ciclo persiste y es lo que le da vida a la isla. Cuando hay episodios de sequía tan importantes se dan una serie de fenómenos que tienen que ver con la desecación de las lagunas, la presencia o avance de otro tipo de vegetación o fauna y eso provoca ciertos desbalances cuando pasa en un extremo. Las lagunas se están secando y se empiezan a dar fenómenos de depredación intensificados, de hambrunas o muertes si se seca por completo”, continuó Liotta.

“Si se mantiene mucho tiempo, las lagunas que están desconectadas de los ríos irán sufriendo desecación por evaporación del agua o infiltración. Muchos organismos de vida acuática se van a ver resentidos cada vez más intensamente.

“Parece que este fenómeno va a seguir unas cuantas semanas, por lo que hay que esperar serias consecuencias sobre el ecosistema acuático de las islas”. “Si este fenómeno de bajante sigue vamos a tener grandes superficies de las islas en seco. La vegetación ha venido creciendo durante todo el verano, cuando llegue el invierno, se va a secar. Así corremos riesgo de lo que ha venido creciendo durante todo el verano, cuando venga el invierno, se seque. Corremos graves riesgos de que haya fenómenos intensos y frecuentes de incendios en todo el Delta, con lo que traería aparejado más destrucción sobre la naturaleza y más problemas en el ambiente. Y si se dio como hace 12 años atrás en 2008, ahora con esta pandemia de coronavirus, puede haber un empeoramiento de la situación. Todo ese humo llegando a las ciudades importantes va a empeorar las condiciones respiratorias de toda la población y peor para aquellos eventualmente afectados”, finalizó.

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