SAN NICOLÁS

Las casas de comidas, entre la crisis y la posibilidad de cierre definitivo

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Con el aumento de precios de los alimentos, los pequeños locales gastronómicos de la ciudad se sostienen mediante el delivery, haciendo “malabares” para atravesar la fuerte crisis. Viven al día y aseguran que el consumo bajó en un 80%, del total de las ventas que realizaban antes que la pandemia del Covid-19 desencadenara una emergencia sanitaria sin precedentes, con el sistema productivo frenado y la mayor parte de la población en sus casas.

“Si la situación no mejora, y no recibimos alguna ayuda del Estado, estamos cerca de cerrar”, declaró Facundo, dueño de una casa de comidas del centro de la ciudad. La situación económica ya estaba en sus peores momentos antes de la llegada del Coronavirus, ninguna novedad. Hoy, con solo el 10% de personas en la calle, los exceptuados para poder trabajar, estos pequeños comercios se sostienen con una gran incertidumbre. Muchos de ellos, son monotributistas C o D, por lo que no reciben ningún tipo de ayuda del Estado, y tampoco llegan a la categoría PyME, para inscribirse en algún tipo de beneficio o crédito.

“Tenemos encendidas heladeras y hornos, la luz y el gas debemos pagarlos igual, teniendo en cuenta que llegó el frío, y los grandes aumentos de energía ya fueron un dolor de cabeza durante todo el 2019. En mi caso, tenía tres empleados y hoy solo puedo pagarle a dos. Las ganancias no existen, solo estamos viviendo al día intentando recaudar lo suficiente para poder abrir al día siguiente”, reveló el mismo comerciante. “Nos ayudan las ventas por delivery, para personas que siguen trabajando, o algunas que por algún motivo no pueden cocinar. Pero lo cierto es que la mayoría opta por hacer grandes compras y evitar pedir comida, para economizar o simplemente por miedo de contagio, estamos en una situación muy difícil”.
Otro dueño de estos pequeños negocios, que prefirió reservar su identidad, expresó: “Tenía 5 empleados y ahora puedo llamar solo a 2. Es una posición muy incómoda porque quisiera poder pagar a todos pero la realidad es que no tengo de dónde sacar plata, está todo frenado. Si antes hacíamos 15 o 20 comidas, hoy solo entregamos 6 o 7, con suerte”. Además, remarcó: “La presión impositiva no se modificó, sinceramente no se llega a cumplir con todo lo que hay que pagar. Para peor, los alimentos no paran de aumentar, esto hace que tengamos que subir el precio del menú y en consecuencia la gente no compra”.

Estos locales gastronómicos son los pocos comercios que permanecen abiertos, sin embargo, en un sondeo realizado por este medio, existe un denominador común entre todos ellos: “No sabemos si podemos seguir abriendo mucho tiempo más”.
Los bancos parecen otro punto del conflicto: “La mayoría de los clientes prefieren pagar con tarjeta, débito o crédito, a falta de efectivo o para no tocar dinero. Si bien es una opción saludable para todos, lo cierto es que para mí que soy dueño, es un problema. El banco me quita un buen porcentaje de impuesto sobre esa compra, porcentaje significativo, que en esas pequeñas ganancias uno va sumando, lo que permite volver a comprar un stock de alimentos para seguir funcionando”, sostuvo Nicolás, dueño de un local familiar.

El delivery es un aliado de estos tiempos, funciona muy bien, tanto de forma particular como por la aplicación Pedidos Ya. Sin embargo: “las ventas por delivery no representan ni un 10% de las ventas que se hacían anteriormente”.Quienes están “mejor posicionados”, afrontan los sueldos de aquellos que no van a trabajar, sin embargo, la realidad es que más de la mitad de estos locales no pueden hacerlo.Por un lado, tienen la fortuna de poder abrir, lo que para otros comercios, como la venta de indumentaria, está siendo un verdadero estrés. Los pagos entran, la plata no. Pero aún en la dicha de poder abrir las puertas, la crisis los está ahogando de distintas maneras, sueldos, insumos e impuestos: “No estoy hablando de que no voy a poder juntar plata para cambiar el auto, para irme de vacaciones o comprarme un par de zapatillas. Estoy hablando de que no sé si mañana puedo volver a abrir, porque no tengo plata suficiente para abastecerme de productos. Los mayoristas están cada día más caros, me vale casi lo mismo comprar en el almacén o en el súper del barrio, y no gasto nafta”, dijo riendo pero con malestar Nicolás, dueño de una casa de comida familiar sin empleados. “Implementamos el delivery, que no hacíamos, pero aun así las ventas van en picada, cada día más”.

En tanto, descubrimos otro denominador común, el pedido de respuesta al estado en sus distintas jerarquías para este sector de la clase media, que no es beneficiario del IFE (Ingreso Familiar de Emergencia, hasta monotributo B), que viven mayormente al día, y tampoco entran en planes de pagos de impuestos o en créditos para PyMES: “Sería bueno alguna solución, alguna estrategia, tributaria o de crédito para ayudarnos a seguir, en mi caso no tengo empleados, pero conozco muchos amigos que si los tienen, la ayuda para el comercio significa una ayuda también para esas familias que viven de ese negocio”, sostuvo Nicolás.

Fuente: Diario El Norte

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